Ruta al Garoé

 

Mapa de la ruta.

 

La primera excursión por la isla se hizo sobre el edificio volcánico más antiguo de la isla: Tiñor. Iniciamos el camino desde la carretera HI-10 que parte del poblado de San Andrés, a la altura del merendero de Las Cuatro Esquinas, con una elevación de 1.029 metros sobre el nivel del mar. Tras caminar algo más de 2,5 kilómetros visitamos el Centro de Interpretación del Árbol Garoé, y continuamos el sendero hasta finalizar en el cruce de las carreteras HI-10 y HI-100. En total, el recorrido fue de 4,52 km. La altitud máxima aproximada del recorrido fue de 1.111 m.s.n.m., y la mínima fue de 824 m.s.n.m. casi en el punto final del sendero (Gráfico 1). La vegetación potencial de esta zona corresponde a un bosque de laurisilva o monteverde (Mapa 1) debido que a esa altitud se estanca la mayor humedad que traen los vientos Alisios que entran desde el nordeste por el funcionamiento habitual del anticiclón de las Azores. Es por ello que en toda esta zona y la meseta de Nisdafe, es decir, la dorsal noreste de la isla, por encima de los 500 metros presenta las tierras más fértiles de la isla. Para la producción agropecuaria se deforestó estas áreas boscosas e incluso se trasladó tierra de aquí a otras zonas de la isla que no disponían de suelo apto para la agricultura, en un proceso que se conoce como sorriba. Todavía queda algunos topónimos en la zona que hacen referencia a especies de este ecosistema, como es el caso del barrio del Mocanal, aludiendo a la especie Visnea mocanera.


 Gráfico 1. Perfil de elevación de la ruta.

 


Mapa 1. Vegetación potencial de la dorsal noreste, en el centro vemos meseta de Nisdafe y Tiñor. En una gama de azules tendríamos el espacio que ocuparía el monteverde: en tono más claro, al norte y con menor altitud, el monteverde seco; en azul medio, monteverde húmedo; y en azul más oscuro, en las distintas barranqueras estaría la vegetación de monteverde higrófilo.
Fuente: IDECanarias

 

Al comenzar el sendero, nos encontramos en un pinar de repoblación con la especie alóctona Pinus radiata, de una alta densidad. En el sotobosque no se encuentran demasiadas especies, aunque se empiezan a introducir algunas de manera natural que sí les corresponde ese espacio que debería ser monteverde y no de pinar, destacando Myrica faya (faya o haya) y Erica arborea (brezo) en el estrato arbustivo, y el endemismo herreño en flor Pericallis murrayi (horjal) en el subarbustivo. Este panorama no tarda mucho en desaparecer a medida que continuamos el sendero, quedándose atrás la formación de pinar al terminarse la parcela donde se hizo la repoblación, para dejar paso a un paisaje de prados creados para el pastoreo, con especies primocolonizadoras, como Echium plantagineum, Hirschfeldia incana, Ferula linkii, Foeniculum vulgare, Galactites tomentosus, Bituminaria bituminosa, Pteridium aquilinum, y de manera puntual Rumex maderensis y Sonchus hierrensis, además de algunas especies exóticas invasoras usadas para limitar terrenos como Opuntia maxima (tunera o chumbera) y Agave americana (pita).

A partir del primer kilómetro de camino aproximadamente, comienza una subida por unas lomas en cuyo camino se encuentran, a los márgenes de este, varios ejemplares de Juniperus canariensis (sabina), que parecen plantados tiempo atrás para adornar la vía. Nos seguimos encontrando con cierta frecuencia Agave americana, aunque va a aparecer también otra especie incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras: Oxalis pes-caprae (trebolina), que nos acompañará hasta el final de la ruta. De manera puntual nos vamos a encontrar, llegando al punto más alto de la ruta, una parcela con un bosquecillo de fayal-brezal, que no podemos determinar si ha sido reforestado o si ha habido un abandono prolongado de esta parcela y ha podido crecer la flora natural de manera espontánea siendo estas dos especies con grandes capacidades de regeneración las primeras en recuperar el territorio.

                        

 Ejemplares de Juniperus canariensis en el margen del camino.

 

 

Una vez pasamos ese bosquecillo de fayal-brezal comenzamos un descenso continuado para llegar al Centro de Interpretación del Árbol Garoé. En este descenso, vemos que las laderas que se nos aparece a mano izquierda, orientadas al norte, tienen un buen aspecto de forestación, aunque algo lejos para poder determinar las especies que las componían. A mano derecha, una pared resultante del corte hecho en la montaña para adecentar el camino para el paso de vehículos, nos permitía ver cómo la vegetación rupícola había colonizado este espacio, con especies del género Aeonium mayormente.

En el Centro de Interpretación Garoé vimos este famoso árbol de El Hierro, aunque el original cayó por un temporal en el siglo XVII, volvieron a plantar otro en su lugar de la misma especie. Se trata de un ejemplar de Ocotea foetens (til) que destila el agua de la humedad de las nubes y la deja en su base, al igual que en las albercas que hay en las cercanías. Desde los tiempos de los bimbapes, antiguos pobladores de la isla, se consideró este lugar como sagrado por la importancia de poder tener acceso al agua, puesto que El Hierro es una isla muy seca y permeable. En esta zona pudimos diferenciar especies que no observamos en otras partes de la ruta como Ranunculus cortusifolius (morgallana o botón de oro), Polypodium macaronesicum, Cedronella canariensis (algaritofe) y Aichryson laxum (oreja de ratón), además del propio til que ya de por sí no es frecuente en la isla. Otras especies que vimos en este lugar a destacar son Sonchus hierrensis, Aeonium aureum y Oxalis pes-caprae. Desde aquí veíamos un paisaje más forestado, quizás por la sinuosidad del relieve para la actividad antrópica.

                                    

Polypodium macaronesicum creciendo sobre el Árbol Garoé (Ocotea foetens).

 

Aproximadamente a unos 500 metros dejando ya atrás el centro de interpretación, pasaremos por una vereda en la que tanto a derecha como a izquierda nos vamos a encontrar un gran número de ejemplares impresionantes de Agave americana, de unos 2 metros de altura, colonizando toda esa ladera. Al terminar esta vereda de piteras, nos encontramos, de manera ocasional, con la especie Convolvulus althaeoides, acompañada de otras herbáceas como Echium plantagineum, Oxalis pes-caprae, Galium aparine, y Pericallis murrayi. En breve que hemos dejado ese campo de pitas, nos adentramos en una formación boscosa de otra especie exótica invasora, Eucalyptus globulus (eucalipto blanco o nogalito), donde en el sotobosque aparecen especies autóctonas como Erica arborea, Chamaecitysus proliferus (escobón o tagasaste) y Davallia canariensis (batatilla), o introducidas como Prunus persica (duraznero) y Oxalis pes-caprae. A medida que nos alejamos de estos grandes árboles australianos, vemos que el sotobosque anterior de brezos y escobones continúa, aunque en menor medida, siendo predominantes al acercarnos ya a la carretera donde finaliza el recorrido, Rumex lunaria (calcosa o vinagrera), Opuntia máxima, y Aeonium holochrysum (sanjora o bejeque), este último entre las piedras de los muros que definen el límite de las fincas. También en este tramo final de llegada a la carretera y al cruce mencionado al principio, observamos especies no nombradas con anterioredad como Kleinia neriifolia (verode), Ficus carica (higuera), Silene vulgaris, o la vinagrera o calcosa; y otras que sí hemos visto por el recorrido como Echium plantagineum, Galactites tomentosus, Ferula linkii o Pericallis murrayi. En conjunto es una vegetación ruderal de tierras en abandono, próximas a vías asfaltadas, a una altitud menor que el resto del camino (824 m.s.n.m.).

                     

Bosque de Eucalyptus globulus con Erica arborea en el sotobosque.

Según Arbolapp Canarias, los eucaliptos se introdujeron en las islas a raíz de las políticas de los años 40 que valoraban el uso silvícola de las masas forestales, más que la regeneración de los bosques originales. Es un tipo de árbol que puede llegar a los 100 metros de altura en su lugar de origen (Australia y Nueva Zelanda), pero en general suelen llegar a los 40 metros de máxima en las islas. Eucalyptus globulus es una especie considerada invasora, presente en las islas de El Hierro, La Gomera, Tenerife y Gran Canaria.

 

 

En cuanto a la otra gran especie invasora que pudimos ver con cierta frecuencia en la ruta en cuestión, Agave americana, decir que se trata de una planta originaria de México, incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, que está ampliamente naturalizada en distintas zonas del globo. Según RedExos, está naturalizada para todas las islas Canarias con los consecuentes impactos a los hábitats y especies autóctonas que eso conlleva, y que pudimos observar en esta ruta, compitiendo con agresividad por el espacio con las plantas nativas.

 En la siguiente fotografía, podemos observar ejemplares de Agave americana, rivalizando con una especie endémica de las Canarias occidentales, Sonchus hierrensis, dificultando la expansión de esta y evitando la regeneración de otras nativas en ese territorio.


En este mapa de la distribución de Agave americana, podemos explicar la localización que esta ha desarollado. Puesto que se trata de una especie heliófita, ha ido proliferando en los espacios donde obtiene plena luz del sol, evitando así, el primer tramo del recorrido en el que como se dijo con anterioridad, se ubicaba un bosque de pinar de repoblación; y el último tramo, en el que, como también se dijo con precedencia, existe un bosque de altos eucaliptos que producen demasiada sombra para las pitas. Si lo comparamos con el mapa anterior de la distribución de Eucalyptus globulus, podemos observar que coinciden durante un tramo del camino, debido a que esta especie arbórea se encontraba de manera aislada en muchas ocasiones en esa parte del sendero, sin efectuar una formación boscosa, permitiendo por tanto la luminosidad necesaria para el desarrollo de Agave americana. Sin embargo, cuando el eucaliptal termina conformando una masa forestal sólida como ocurre en el tramo del camino cercano al final de la ruta, donde dejan de coincidir ambos mapas y ya no aparece la especie mejicana, se corrobora que esta no tiene cabida en un territorio arbolado. A partir de esta presmisa, se podría concluir que con la reforestación de las áreas sobre las que antiguamente hubieran bosques y a día de hoy existen prados que dan cabida a la proliferación de determinadas especies invasoras como Agave americana u Opuntia maxima, estas tendrían más limitada su expansión a la vez que se recupera el ecosistema original.



 Información apoyada en:

Conferencia previa al viaje por el doctor en geografía Álex Hansen Machín para conocer las características físicas e históricas de la isla.

Aportaciones recibidas durante la ruta por el profesor de la asignatura, Agustín Naranjo Cigala.

Aportaciones recibidas por el personal del Centro de Interpretación del Árbol Garoé durante su visita.

Banco de Datos de Biodiversidad de Canarias (Biota)

Guía de árboles silvestres del archipiélago canario: Arbolapp Canarias

Red de Alerta Temprana de Especies Exóticas Invasoras (RedExos)

Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras - Flora

 

 Libros y artículos de interés:

Bramwell, D. y Bramwell, Z. (1974). Flores Silvestres de las Islas Canarias. (1ª ed.). Excmo.Cabildo Insular de Gran Canaria.

Carracedo, J.C. (2008). Los volcanes de las Islas Canarias: IV. La Palma, La Gomera y El Hierro. Editorial Rueda.

 González Henríquez, M. N., Rodrigo Pérez, J. D., y Suárez Rodríguez, C. (1986). Flora y vegetación del archipiélago canario. Edirca.

Padrón Mederos, M. A. (2022). Estudios botánicos en la isla de El Hierro. Estudios canarios.


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